Desde la revolución de Mao y la instauración de la dictadura del proletariado, devotos trabajadores del partido vigilan a la población en cada calle, en cada edificio y en cada distrito, observando, controlando e informando a sus superiores. Durante la crisis del coronavirus estos adeptos del partido se encargan de transmitir directamente cada día las nuevas reglas para contener la epidemia. Al igual que la mayoría de los habitantes de Pekín, Sebastien Le Belzic está pasando estos días encerrado en casa con su familia. La única posibilidad de escapar de este exilio interno son las redes sociales, en las que algunos valientes blogueros todavía se atreven a informar a los chinos. No siempre coinciden con la línea marcada por el partido, por lo que su actividad es de lo más arriesgado. Si hay algo a lo que el partido tema más aún que al coronavirus, es a la libertad.
Un videodiario sobre la cotidianidad de la capital china en tiempos del coronavirus.